Hace unos días me dieron una estupenda noticia: una persona muy cercana a mí, a la que quiero muchísimo, me dice que va a casarse en unos meses… Por segunda vez. Al principio me mostré sorprendida, ya que es una relación que viene de hace tan solo unos meses, pero al comprobar la seguridad con la que lo comunicaba, y la felicidad que transmitía con sus palabras, no pude hacer más que alegrarme.
Y en este punto empecé a pensar, de nuevo, en lo maravillosa que es la vida. Que por muchos golpes que da, y a pesar de que el amor de tu vida (en teoría) salga rana, las cosas pueden volver a encauzarse y traerte una nueva oportunidad de ser feliz.
Siempre digo en las sesiones que hay tres tipos de personas: las que viven en el pasado, las que viven en el presente y las que viven en el futuro. Las primeras, frenan sus vidas esperando que lo que ha pasado no haya ocurrido, o que cambie de alguna manera. Son personas que no aprenden de lo que les ha pasado y que no consiguen avanzar, pues no terminan nunca de centrarse en el presente. Las segundas, “los centrados”, viven en el presente tal y como es, no generan expectativas irrealistas y disfrutan o sufren el momento presente sabiendo que, como tal, es temporal, y que por tanto deben vivirlos en el ahora, en lo efímero. Las terceras, las futuristas, son personas que están centrados en sus expectativas, en lo que esperan de lo que puede o va a venir, dejando pasar su presente esperando que ese algo que esperan, llegue.
Seguro que en más de una ocasión os habréis encontrado pensando: “ojalá no me hubiese peleado con aquel amigo, ya no tiene solución”, “si su familia no se hubiera metido en la relación, seguro que estaríamos bien ahora”… O bien, “cuando apruebe la oposición, seguro que soy feliz”, “si me cambio de casa, ya podré relajarme”, o… cualquier variante de estas frases. A menudo nos encontramos deseando que algo no haya pasado o anhelando que algo pase, y yo pregunto… ¿de verdad seríamos felices si se cumplieran esas expectativas? ¿o, como no sabemos apreciar el momento presente, buscaríamos cualquier otra cosa a la que aferrarnos para sabotearnos? Con una gran probabilidad, será lo segundo.
Quizá, lo más adecuado, sea vivir el presente, aprendiendo del pasado y proyectándonos sobre nuestro futuro. Porque sin un camino andado, no hay camino por el que andar ni horizonte al que dirigirnos.
Por ello aprecié tanto que, esta persona, que sé lo mal que lo ha pasado tanto a nivel personal como profesional, y que ha vivido siempre todas estas situaciones negativas con entereza y sabiendo que no eran más que algo temporal, se le abra esta nueva vida por delante. Porque siempre, por muy mal que vengan las cosas, está en nosotros cómo las percibimos y decidimos afrontarlas. Y a veces, la vida, nos premia con una maravillosa segunda oportunidad (o no).
¿Y tú? ¿De qué tipo eres?
Raquel Navarro López
Psicóloga, Sexóloga, Terapeuta de pareja
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